El Jueves Santo no se celebraba ninguna procesión.
Por eso, nuestra Cofradía celebraría una solemne función religiosa la tarde del jueves, con sermón, Miserere y la PROCESIÓN DEL SILENCIO.
En la PROCESIÓN DEL SILENCIO, se dirigían al Pilar, entrando en la Basílica para hacer estación ante el Monumento. Y el viernes, meditación de las Siete Palabras ante la Imagen del Santo Cristo y sermón de la Agonía.
Otros actos serían: Misa de Comunión para la Cruz de Mayo, asistencia a los Comulgares el Domingo de Cuasimodo, y la fiesta principal, en el mes de septiembre.
No podemos olvidar, por la colaboración que nos prestaron en aquellos momentos, al que entonces era Beneficiado de San Pablo y Notario Mayor del Arzobispado, D. Domingo Legaz, en sus gestiones para la aprobación del Reglamento: Mosén Pedro Dosset, con sus continuos asesoramientos, y al dibujante Ángel Lalinde, que hizo los primeros dibujos e ilustraciones de la Cofradía, como por ejemplo, el del Hermano con hábito y hacha, que todavía hoy utilizamos en nuestros programas de actos.
La primera salida
Eran alrededor de las 8 de la tarde del día 6 de abril de 1944, jueves Santo, cuando salía a la calle, por vez primera, la Cofradía del Silencio. Antes, había pronunciado un brillante sermón el R. P. Roberto de la Cruz, Carmelita Descalzo; y el coro de Jóvenes de A. C. de la parroquia, reforzado con elementos de las capillas catedralicias, interpretó el Miserere de Goicoechea, a seis voces, aprendido en pocos días, tras duros y prolongados ensayos.
El Santo Cristo fue colocado en la carroza de la Cofradía del Carmen, con faroles sostenidos por candelabros de forja.
La procesión, en la que formaban cincuenta Hermanos, causó verdadera sensación en el numeroso público que la presenció, por su austeridad y su impresionante silencio, roto solamente por el sonar de las trompetas y por el canto de saetas, dirigidas a Nuestro Padre Jesús de la Agonía. Al día siguiente, la Cofradía se incorporaba, por vez primera, a la Procesión del Santo Entierro.
Paso del Santo Cristo
Pronto se vio la necesidad de dotar a la imagen de nuestro Cristo titular, de un paso, que estuviera en consonancia con la imagen, y fue encargada esta obra al escultor zaragozano Antonio Bueno, que la realizó de acuerdo con nuestros deseos. Su principal labor son las tallas que tiene en el friso, que representan escenas de la Pasión de Cristo. Fue estrenada el año 1945.
Parte del Grupo actual de Camareras de la Santísima Virgen
Hacía falta en la Cofradía, la existencia de una Sección o Grupo de Camareras, que se ocupase, principalmente, del adorno y limpieza de la Capilla. Acordada su creación en capítulo General celebrado en el mes de septiembre de 1950, fue cursada al Excmo. Sr. Arzobispo una adición al Reglamento, que fue aprobada en 3 de octubre de 1951.
Constituido el GRUPO DE CAMARERAS DEL SANTO CRISTO DE LA AGONÍA, fue nombrada presidenta, la señora doña Pilar Aznar de Bello, continuando su labor, doña Josefina Abad, viuda de Carboné, señorita Consuelo Grávalos, doña Ignacia Iguaz, viuda de Gállego, y actualmente doña Cándida Lou de Marín.
Ver sección de camareras
La reforma de la capilla
Era imprescindible su realización, ya que la creciente devoción al Cristo de la Agonía y su vinculación a la Cofradía del Silencio, obligaban a que la capilla fuese digna de la imagen y de la Cofradía.
La reforma se encargó a los Hermanos Albareda, conservándose las pinturas del fondo de la imagen, y el retablo, al que se añadió la parte ornamental y se doró totalmente. No podía suprimirse la adoración de la imagen, y por eso, tras la mesa altar se colocó la escalera, de mármol igual que el suelo.
Su inauguración tuvo lugar el día 29 de febrero de 1952, primer viernes de Cuaresma, oficiando el Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo Dr. D. Rigoberto Doménech y Valls, y predicando el Sr. Obispo Auxiliar, Dr. D. Lorenzo Bericiartúa.
El domingo siguiente, tras una misa de comunión, se verificó un reparto de víveres a familias necesitadas, siendo éste el primer contacto de la Cofradía y sus Camareras, con los pobres de la parroquia. Este contacto ha continuado hasta la fecha, a través de los asistentes al Catecismo de la Santa Familia, magnífica obra de apostolado a cargo de los hombres de A. C.
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